Tommie Smith, John Carlos


En la década de los 60 la discriminación racial continuaba sólidamente instalada en muchos estados de EE.UU. y las leyes que proclamaban la igualdad de derechos eran papel mojado.

El día que Smith ganó el oro en los 200 m., con un sensacional registro de 19”83 que significó un nuevo récord del mundo que se mantendría en las tablas durante 11 años.

Subió al podio sin zapatillas, sólo con calcetines negros –símbolo de la humildad–, una bufanda negra –símbolo del orgullo– y un guante negro en la mano derecha –símbolo del poder negro– que elevó al cielo con el puño cerrado mientras sonaba el himno de EE.UU. En todo momento tuvo la cabeza gacha y clavó la mirada en el suelo. “Estaba rezando”, confesó años después.

John Carlos, bronce, adoptó el mismo gesto con la salvedad de que su puño alzado era el izquierdo, símbolo de la unidad de su raza.

El mundo entero vio la escena y la rancia América blanca se sonrojó de ira y vergüenza.

Les hicieron pagar por aquello. El Comité Olímpico Americano decidió suspenderles y expulsarles de los Juegos, mientras en Estados Unidos sus familias recibían amenazas de muerte.

Pablo Picasso


estableció una nueva relación entre su obra y la realidad.

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